Un anio, trescientos sesenta y cinco días, días caluroso, lluviosos, tristes, alegres, divertidos, en soledad, con amigos, en familia, magníficos, inolvidables, de otoño, primavera, verano o invierno. Días, meses y estaciones.
Y ella lo vivió, 2008: después de 17 anios sigue aquí; en este anio ella respiró, creció, conoció, ignoró, perdió, buscó, necesitó, olvidó, amo, extrañó, lloró, se cayo, se levantó, soñó, bailó, disfrutó, odió, miró, evitó, tocó, deseó, sintió, corrió, se enamoró, gritó, calló, susurró, dejó, eligió, creyó, se desilusionó, besó, contó, descubrió, escondió, caminó, durmió, culpó, arruinó, explicó, presintió, despertó, entregó, liberó, vivió y volvió a vivir.
Ella este anio creció más de la cuenta emocionalmente, ella es irreconocible en letras porque pocos la conocen de verdad.
Este anio sufrió y no luchó, se arrepintió luego por las cosas que no hizo en su debido tiempo y le pesa mucho, eso le juega en contra y que no tiene que disculparse sabe perfectamente la respuesta a sus disculpas.
Ella conoció la otra cara de los conocidos, aprendió a disfrutar hasta la más pequenia expresión de algunas personas. Ella vio derrumbar a su ideal, digno modelo a imitar, que tanto le ensenio de la vida, a luchar, a seguir, a creer, a amar y es cuando se dio cuenta que todo lo que en la vida se da vuelve a uno de la misma o de otra manera. Ella tiene miedo, sí mucho de si misma, de la soledad, de no poder volver a reflejarse en los ojos de su amor y agradece a las personas que estuvieron sosteniendo sus lágrimas, dándole un consejo, animando momentos desafortunados, riendo al lado de ella.
Ella como todos los anios en esta fecha esta en su casa junto a la familia con la que vive y esta noche estará presenciando una de sus escenas favoritas, estrellas y fuegos artificiales proyectando deseos para un nuevo anio, brindando como muchos.

Ella soy yo.